Escena contada por Dimitri Belikov

Esta es la escena que Richelle Mead prometió si Dimitri llegaba a ganar un concurso.

Traducida por mi para todo el pueblo (?) xD

Es su primera aparición en VA #1

Enjoy ! :)

***



—¡Dimitri!

Me di vuelta instantáneamente al escuchar mi nombre, mirando fijo al guardián acercándose en la oscuridad. ¿En qué estaba pensando? Todos aquí afuera sabían cuán esencial era mantenernos en secreto. No importaba que fuera joven o que estuviera emocionado por su primera gran misión. No teníamos lugar para cometer errores, no cuando este era la única pista que teníamos desde hacía un año. Dándose cuenta de su error, se disculpó, pero no lo suficiente. 

—Perdón —Bajó su voz a un susurro y tipeó su oreja—. El auricular no anda. Chequeamos la casa, y ya se fueron. Debieron haber tenido una alerta, quizás los espías en la calle —mientras su emoción regresaba, el joven guardián, Laurence, comenzó a hablar rápidamente—. Estaba pensando en eso. ¡Probablemente tengan una red de personas trabajando para ellos! Tiene sentido, ¿no? ¿De otra manera como pudieron estar por delante de nosotros por tanto tiempo? ¡No se sabe cuan profunda es esta conspiración! ¡Quizás esteos enfrentándonos a una armada!

No dije nada ni demostré nada mientras pensaba en sus palabras. Era un poco misterioso como un par de chicas adolescentes consiguieron escapar de ser detectadas por dos años, especialmente cuando una de ellas era una privilegiada princesa Moroi y la otra una dhampir delincuente con un archivo de mala conducta tan largo que rompía el record de la escuela. Cuando me integré al staff de profesores de San Vladimir el año pasado y me enteré del caso de la princesa, honestamente me sorprendió que las chicas no hubiesen sido descubiertas antes. Ahora, estando en liga con los demás podría explicarse cómo pudieron esconderse… y aún así, con toda la información reunida, nunca tuvimos la mínima pista de que tuvieran un cómplice, mucho menos una “red” o una “armada”. 

Mi silencio puso nervioso a Laurence, y dejó de sonreír. 

—Ahora es irrelevante —le dije—. Y no tiene sentido en saltar a conclusiones cuando…

—¿Dimitri? —dijo una voz femenina en mi auricular—. Las vemos. Se están acercando a la intersección de Brown y Boudreaux, desde el norte. 

Sin una palabra más a Laurence, me di la vuelta y comencé a caminar a las calles indicadas. Lo escuché correr detrás de mi, pero su caminar era corto, y no podía mantener el ritmo. Traté de mantener la calma mientras mi corazón aumentaba sus latidos, pero era difícil. Este era el momento. Este era el momento. Finalmente podríamos encontrarla: Vasilisa Dragomir, la princesa perdida, la última de su linaje. Aunque sabía que todo trabajo como guardián era honorable, incluso la instrucción a jóvenes guardianes, parte de mi deseaba algo más en San Vladimir. Cuando supe de la princesa Dragomir y como había escapado la escuela, había hecho de eso mi proyecto personal, proponiendo caminos que otros decían que eran inútiles. 

¿Yo? Yo no pesaba que eran inútiles. 

Bajé mi ritmo al ver que me acercaba a la intersección, dejando que Laurence me alcanzara. Un vistazo rápido revelaba figuras de otros guardianes morando en las sombras y detrás de objetos. Este era el lugar que habían elegido para interceder. Rápidamente, salí de la calle y me escondí detrás de un árbol, urgiendo a Laurence que hiciera lo mismo con un movimiento de cabeza. No teníamos que esperar mucho. Espiando por el borde del árbol, vi dos figuras femeninas acercándose, una prácticamente arrastrando a la otra. 

Primero, asumí que se trataba de la dhampir ayudando a la princesa, pero a medida que se acercaban, las alturas y sus cuerpos revelaron que ocurría exactamente lo opuesto. 

No tenía tiempo de sobre pensar esta rareza. Cuando estaban a metros de mí, rápidamente salí detrás del árbol y bloqueé su camino. Ellas se detuvieron, y cualquier debilidad que la dhampir tuviera ahora había desaparecido. Tomó a la princesa del brazo y la tiró hacia atrás, para que su cuerpo sirviera de escudo manteniéndome lejos. A nuestro alrededor, otros guardianes salieron tomando posiciones defensivas pero no avanzando sin mi autorización. Los ojos oscuros de la dhampir los notó, pero mantuvo su atención en mi. 

No sabía que esperar de ella, quizás que tratara de correr o rogar por su libertad. Pero al contrario, tomó una posición incluso más defensiva frente a la princesa y habló en una voz que era casi un poco más que un gruñido.

—Déjenla en paz. No la toquen. 

La chica estaba superada en número pero aún así era desafiante, como si yo estuviera en desventaja. En momentos como este, estaba contento de que mis viejos instructores en Rusia me enseñaran como ocultar mis sentimientos, porque estaba sorprendido. Muy sorprendido. Y mientras observaba a esta chica dhampir, repentinamente entendí con claridad como había logrado evadirnos por tanto tiempo. ¿Una red de cómplices? ¿Una armada? Laurence era un tonto. La princesa no necesitaba una red de personas o una armada, no cuando tenía este protector.  

Rose Hathaway. 

Había una pasión e intensidad que irradiaba de ella, casi como algo palpable. Tensión emanaba de cada parte de su cuerpo mientras me observaba, retándome a moverme. Poseía una fiereza que no había esperado, que nadie había esperado, me di cuenta, mayormente porque ellos no podían ver más allá de ese expediente de delincuente. Pero había una mirada en sus ojos que decían que esto no era una broma, que moriría miles de veces antes de dejar que alguien lastimara a la princesa detrás de ella. Me recordaba a un gato montés acorralado, pulcro y hermoso —pero capaz de arañar tu rostro si era provocado. 

Y sí, incluso en la tenue luz, podía ver que era hermosa —en una manera mortal— y eso me sorprendía. Sus fotos no le hacían justicia. Largo y oscuro cabello rodeaba su rostro, con esa belleza definida con la cual un hombre podía atravesar su corazón. Sus ojos, así llenos de odio por mi, aún conseguían ser atragantes —lo cual le añadía más peligro. Podía estar desarmada, pero Rose Hathaway poseía muchas armas. 

No quería luchar con ella y levanté mis manos en un gesto pasivo mientras daba un paso adelante. 

—No voy a…

Ella atacó. 

Lo vi venir y no me sorprendía la acción en sí sino que ella lo intentara incluso sabiendo que no podría. ¿Debería haber estado sorprendido? Probablemente no. Mientras observaba, estaba claro que Rose estaba dispuesta a hacer lo que fuera y pelear contra cualquiera para proteger a su amiga. Admiraba eso, realmente lo admiraba, pero eso no me detenía de bloquear su ataque. La princesa seguía siendo mi objetivo. Y aunque Rose tuviera pasión y me desafiara, su ataque era torpe y fácil de bloquear. Había pasado mucho tiempo sin entrenamiento. Se recobró de mala manera y empezó a caer, y recordé como se había estado arrastrando anteriormente. Instintivamente, me estiré y la agarré antes de que tocara el suelo, manteniéndola firme en sus pies. Ese largo y magnífico cabello se apartó de su rostro, revelando dos marcas ensangrentadas en su cuello. Otra sorpresa —pero explicaba su fatiga y su tez pálida. Aparentemente su devoción por la princesa iba más allá de defenderla. 

Notando mi mirada, Rose volvió a acomodar su cabello para tapar su cuello. 

A pesar de lo irremediable de su situación, podía ver su cuerpo preparándose para volver a atacar. Me tensé, incluso sin querer que esta valiente, hermosa y salvaje chica fuera mi enemiga. La quería como… ¿Cómo qué? No estaba seguro. Algo más que una riña en una calle de Portland. Había mucho potencial en ella. Esta chica podría ser imparable si sus talentos eran cultivados apropiadamente. Quería ayudarla. 

Pero pelearía contra ella si tenía que hacerlo. 

Repentinamente, la Princesa Vasilisa tomó la mano de su amiga. 

—Rose. No lo hagas. 

Por un momento, nada sucedió, y todos nos quedamos congelados. Luego, lentamente, la tensión y la hostilidad se desvanecieron del cuerpo de Rose. Bueno, no toda la hostilidad. Aún había un brillo peligroso en sus ojos que me hacían mantenerme en guardia. El resto de su lenguaje corporal decía que aunque no admitía la derrota, había concedido una tregua —mientras tanto yo no le diera una señal de alarma. 

No tenía planeado hacer eso. 

“Tampoco planeo subestimarte otra vez, chica salvaje”, pensé, momentáneamente mirándola fijo. Y me aseguraré de que nadie te subestime jamás. 

Satisfecho de que se había pacificado —al menos momentáneamente— desvié mi mirada de sus ojos oscuros para fijarme en la princesa. Después de todo, fugitiva o no, Vasilisa era la última de su linaje, y ciertos protocolos debían seguirse. Me incliné ante ella. 

—Mi nombre es Dimitri Belikov. He venido para llevarla de regreso a San Vladimir, Princesa.



3 comentarios:

Artisa dijo...

gracias por poner el fragmento... me encantaria leer por lo menos el primer libro desde el punto de vista de dimitri para ver sus sentimientos...

Rose Andresen dijo...

De nada ! :D La verdad a mi me sorprendió que hiciera una escena de Dimitri, porque desde un principio dijo que lo quería mantener en ese aire de "misterio" xD

Anónimo dijo...

Me encanto! Releer la historia desde su punto de vista es genial!

↑arriba